El joven, fanático del Botafogo, compartió cuánto le costó una porción de torta y un café en la ciudad de Buenos Aires. La caída del real y la apreciación del peso cambiaron esa realidad. El video
La histórica rivalidad entre Argentina y Brasil, que a menudo trasciende lo deportivo, vivió un giro inesperado en los días previos a la final de la Copa Libertadores entre Atlético Mineiro y Botafogo, a disputarse en Buenos Aires. En lugar de los habituales gestos de provocación, como romper billetes argentinos en señal de burla por la debilidad económica, esta vez los hinchas brasileños quedaron sorprendidos por el alto costo de vida en la ciudad porteña.
El descontento quedó plasmado en redes sociales, donde un hincha de Botafogo compartió su indignación tras pagar 20 dólares —equivalentes a 114 reales— por un café y un cheesecake en un bar de Buenos Aires. “Esto no es un lugar top, es bonito, pero común”, comentó el joven, quien no ocultó su enojo: “Un pedazo de cheesecake y un café… ¡114 reales! Estoy conmocionado”.
Esta percepción del encarecimiento de Argentina para los brasileños tiene una explicación económica. Por un lado, la estabilidad nominal del peso argentino, lograda a través de un control gubernamental estricto, encareció los precios en dólares.
Por otro lado, el real brasileño se devaluó un 19,2% en lo que va del año, alcanzando una paridad histórica de 6,01 por dólar. Este fenómeno no sólo encarece los productos y servicios argentinos para los turistas brasileños, sino que también abarata los bienes brasileños para los argentinos.
En este contexto, lo que antes era motivo de burla —como los precios irrisorios en Argentina— ahora se se convirtieron en una barrera para muchos visitantes brasileños. Sin embargo, no todos los hinchas dejaron que la economía empañara su ánimo: “Por suerte mi equipo venció al Palmeiras y está en la final, no puedo preocuparme por nada más”, agregó el hincha en su video viral.
La situación refleja cómo los movimientos del mercado cambiario pueden alterar de forma drástica la relación económica entre países vecinos, afectando no solo al comercio, sino también al turismo y a las dinámicas culturales. Por ahora, los hinchas brasileños seguirán llegando a Buenos Aires, aunque con una realidad distinta a la que solían disfrutar.